Carlos Justino Caballero

CRECER

Se crece avanzando por la huella a tientas,

en la que cuesta encontrar los sonidos

y las luces, que se ven tras un cristal esmerilado

o se escuchan en una ahogada resonancia.

Se avizoran espacios vacíos en la incertidumbre

de un porvenir al que se encara, sin embargo,

sin temores ni angustias, con ese desborde

de deseos y libertades del ánimo.

Es la madrugada de la vida y se vive

en desconciertos, pero sin daños ciertos

y en una ceremonia frutal

llena de entusiasmos que avasallan.

Se afianzan los balbuceos y se llega a la palabra

el entendimiento se ilumina como ese farol

que colgado oscila marcando un rumbo

y aparecen las virtudes grabadas por el ángel.

Hay que descifrar colores entre la tierra y el aire

y saber de esos contrastes entre el dolor

y la ternura del beso y la caricia suave.

 

Estoy en el futuro, en ese futuro que vislumbraba en mi pasado

y lo vivo en transparencias, jamás deshabitadas, y ver

que el coraje de vivir ya dio sus frutos.