No llegaste tarde a mi vida,
que era un romántico axioma,
porque tú néctar y tu aroma
fueron éxtasis, deseo y bebida.
A mi vida no llegaste tarde,
esperé como desierto al rocío
que inunda mi corazón vacío;
apaga la llama deseo que arde.
Tu llegada funde dos corazones,
solitarios, débiles y lejanos;
de amores ya no son gitanos
son una aleación de emociones.
Vale un cielo la larga espera,
de ansiedades y de anhelos,
las sonrisas corrieron los velos
para besarnos fuerte sin barrera.