Creí que conocía la locura,
las intrincadas curvas de la mente.
Hasta que llegó alguien diferente
con todo su calor y su dulzura.
Con solo una sonrisa, mi armadura
-ante la luz de un ser tan imponente-
¡Cayó, cuando despacio y confidente,
contuve en un abrazo tu alma pura!
Fue grande el despertar cuando nos vimos
habidos de las mismas tempestades,
-tal vez en otra vida nos quisimos...-
¡Tal vez fuese un amor que las edades
del mundo no vencieron, y nacimos
esclavos de las mismas voluntades!
Estrambote.
Quererte es una fuerza del destino
de un soma instransmutable y permanente,
un don tan natural y repentino
que encaja en nuestro ser, tan envolvente.