Creo en ti, Darío,
en tu fuerza sobrenatural,
para no dar respiro al desamor,
extirpando su cara infame,
en el ritual de entrega humano,
que ofrece una sonrisa y una mirada,
en nombre del verdadero amor.
Creo en ti,
Cuando transitas claro en los silencios,
alabando a la madre,
honrando al padre,
con tus primeros pasos sobre la brisa,
de puntillas tras la certidumbre del sol,
proclamando tu adoración a la lluvia,
con tus manos de trigo y árbol,
y tus besos de paz y encanto.
Creo en ti,
en tus primeras huellas,
acariciando el viento del pleno día,
jugando de cara al cielo,
con tus ojos de mar y luna,
cruzando la ciudad del canto,
agitando el alma con tu nombre,
de dinastía y ángel,
Creo en ti.