A pesar de no tener una voz potente,
tan fuerte como rugido;
ya sea por mi edad, genética o físico.
A pesar de que no suene imponente,
tan vibrante que imponga respeto;
ya sea por la construcción de mi diafragma o mi racionalismo.
A pesar de todo lo negativo,
que en mi voz pueda encontar,
y lo mucho que la pueda descalificar,
mi lenguaje soez y altisonante no pienso cambiar.
Mas mi voz chillona e irritante, no impedirá,
que cuando mis palabras sean pronunciadas,
la Diosa Minerva este cobrando vida.