Me pidió un poco de linaza con miel,
dice que alenta más su peristalcia.
Me da lo mismo.
Toda mi vida cabe en este respiro.
Abrir los ojos para empezar a amar
una barra de acero terciopelo.
Cada día soy más parte de mi cárcel,
más te comprendo,
y ya soy tan antigua como los candelabros.
Él está en la ventana, para siempre
privado de mis brazos y mis ojos...
Te aman y no sabes.
Su voz, sabrán todos ustedes,
nunca llega a tocarme.
Pero sí tengo, aún,
la combustión del tiempo paralela al incienso
Y una amnesia oportuna y un insomnio.
Ya no me acuerdo de su nombre.
No sé quién es y no quiero saberlo.
Nada es más puro que este triste perfume.
Ese, dirían, es la esencia del luego.
Después de todo,
qué más tengo.
¿Qué ocurre, Alondra?
¿siempre sí quiso miel?
(07 de Julio)