A veces la vida tiene sus paradojas
aquello que se amó se puede terminar odiando,
a veces los que fueron minutos se hicieron horas
lo que fue felicidad se lo terminó olvidando...
Hubo noches donde no trascendieron las sombras
y hubo un mañana que terminó siendo el pasado,
y hubo silencios que acallaron palabras tenebrosas
y suplicaron perdones que no fueron escuchados...
Y hubo lágrimas que besaron las prosas
una febril quietud sobre el sueño recién despertado,
y hubo una espina que terminó apuñalando a la rosa
para que no sufriera al deshojarse en mis manos...
Pero ya no importa el alma que tienen las cosas
ya no hay fe para pedir tan solo un milagro,
en un mar imperfecto donde ya no hay gaviotas
como paradoja, ya no hay huellas por donde yo he caminado...