En la orilla del río quieto
donde el susurro se hace canción
habita un niño de sueños secretos
con un corazón lleno de ilusión.
Las hojas murmuran historias viejas
el viento las lleva sin dirección
y en sus ojos se dibujan estrellas
que brillan con suave contemplación.
El agua refleja el cielo pintado
de nubes danzantes en su vaivén
y el niño, curioso, se queda admirado
pues todo es un mundo que quiere entender.
Con palabras dulces como el rocío
cuenta sus sueños al amanecer
y el agua responde en su suave río
que guarda sus sueños al anochecer.
Es que en la paz, el niño florece
en un rincón donde el tiempo se va
y en cada latido su alma agradece
la magia del mundo que siempre será!