Solo he quedado,
como el Sol en el desierto,
rodeado de soledad,
ni el calor de ambos se siente,
con tanta frialdad.
Se alejan, la lluvias,
los animales se van,
por determinadas horas;
una corriente de agua asoma.
Las espinas del cactus,
en mi asolada alma se clavan,
como manos en una cruz clavada,
incapacitando mi movilidad.
Mas no mis sensaciones de dolor y angustia,
que es lo que a ti te gusta,
verme sufrir, ser mi verdugo,
ver como brota de mi cuerpo el rojo jugo.
Que, si por lo mortales fuese vevido,
en seres celestiales serían convertidos,
ese soy yo, un alma solitaria,
que va por la Galaxia sin rumbo.
En el horizonte como un trueno retumbo,
pero veloz como Rayo, vendría a tu encuentro,
si de tu hermosa boca,
oyese tu llamado.
Pero me has ignorado,
No, no es un crimen…
lo que tú has hecho
no, cuando el criminal soy yo.
Condenado a seguir solo,
como un Sol ocultándose de verguenza,
en el poniente, trás el horizonte
deseando siempre ser…
Ese Sol naciente y brillante
que se yergue sobre las altas montañas,
que se eleva en el firmamento como una luz de esperanza,
esa esperanza que solo tú puedes darme.
Cuando es rodeado, por hermosas, esporas blancas,
algodones suaves como tus manos,
que acarician su ardiente faz,
en un trasfondo azulado.
Que no harían ellas, por estar a su lado,
Qué harías Tú?
…que no haría Yo…
por estar a tu lado.