Necesito un poco de ti, tan solo un instante,
una migaja de amor que se pierda en el viento,
una chispa que huya del fuego distante
de este abismo sin fondo que es mi pensamiento.
Dame solo un rastro de tu voz apagada,
una sombra de luz que se quiebre en la niebla,
una gota de mar en mi sed desolada,
un vestigio de amor que el silencio me niega.
Me consumo en la espera de un gesto tan vano,
de un latido que roce la orilla de mi alma,
como un náufrago solo, en su océano vano,
esperando una ola que traiga su calma.
Es tan cruel este invierno de noches eternas,
que hasta el sol se ha olvidado de darme su abrigo,
necesito un destello, una señal externa
de que existe un rincón donde aún estás conmigo.
Pero todo es vacío, es silencio y es nada,
una herida sin nombre, un dolor que no pasa,
y me ahoga esta ausencia que siento clavada,
como un grito perdido en el eco de mi desolada casa.