Juan Sebastian Mena

Soledades

De cuánto en cuanto yo pensaba en mi soledad, que terrible era quedarme sin sombra ni pan, pero me di cuenta que la noche quería verme ahogado en el mar de la nostalgia.

Pude verme en el espejo tantas veces, que desconocía quien miraba a través de el, sin embargo, suspicaz y nauseabundo logré observar con detalle una larga silueta que tenía entre su pecho una espada atravesada.

Ya no habían amores, ¿a quien debía escribirle? ya historias no tejía, si todas terminaron en un final sin retorno, las calles se quedaron sin hablarme, mis amigos se llevaron la compañía sublime, todos olvidaron mi nombre, quemaron mi retrato sobre una hoguera. 

Arrebataron mi orgullo y con el cincelaron un desprecio intermitente, fui un cuadro mal colgado en un museo de odio, pero el rencor llamaba a mi puerta y no quise abrirle, le tenía rencor al rencor, cólera al odio.