NATURALEZA
Sentado estoy en el banco
de mi puesto en el taller,
distraído en mi trabajo
y con ganas de volar,
fijo la vista en lo amplio
de la puerta de par en par.
Sobre un bajo tejado
para los coches resguardar,
sobresale la verdura
de las ramas de un pinar.
Esta visión que me tienta,
por su ambiente natural,
forja en mi mente el deseo,
de correr, saltar, volar.
Andar por montes y valles,
amplias praderas cruzar,
beber el agua de un rio,
que no haya que analizar.
Andar por largos senderos,
que escriban mi caminar,
llenos de piedra y maleza,
pero anchos como la mar.
Sentir la lluvia en el campo,
que la verde hierba regará,
y cuando me sienta rendido,
bajo un pino descansar.
Tener por techo una cueva,
que quizá usaron ya,
lejanos antepasados
de la esclava humanidad.
Por compañía, un fiel perro,
y por novia, una guitarra,
que sintiera mis alegrías
y que mis penas llorara.
Y cuando mi alma cansada,
a Dios la deba entregar,
junto a cualquier árbol silvestre,
mi cuerpo marchito enterrar.