Cuando en el lago la Luna azul asoma,
entre versos de ondas y plácidos vientos,
las sílfides corean sus salmos santos,
esparciendo en el frescor su verde aroma.
Del agua apacible, la vida se toma
un instante eterno, mágicos momentos;
el eco de sus voces cierran los cantos,
de notas sobre un pentagrama de calma.
Arpegios al amor, sones que se escriben
con tinta de sueños, de sueños soñados
en los sueños que las ondinas reviven.
Las flores brillan con sus colores nítidos,
mezclan los aromas que la noche ofrece
con salves a los duendes que acechan tímidos.