Mateo Cedillo

No te reconozco

Fecha de escrito: 14/04/2024

Tan bueno, tan Savio, buen samaritano,

al servicio para el necesitado;

humilde, con buenos valores cargados,

al cautivo para los más nobles;

sano, con tanta pureza que te han dado

Dios, la comunidad, los buenos hombres;

amable, con cualidades tan hermosas.

Tantas, que a lo más alto pusieron tu nombre.

 

Así eras tú, antes de los roces,

antes de esos cambios radicales,

de hacer caso a esas malas voces

que te llevaron a rutas Invaluables.

así, un shungo purito tenías,

lo alimentábamos con nuestra comida;

o sea, con bienes, con sabiduría...

¿por qué de repente cambió tu vida?

 

¡Ayau! ¿Qué te han hecho? ¿Qué daño es este?

Volviste con el rostro lastimado,

con marcas de golpes en la frente

y el cabello todo despeinado;

chichones y cicatrices lo cubren

con una venda en los laterales;

tu mente ni decir, está en las nubes,

y a tu corazón lo hirieron bastante.

 

No te reconozco, ¿a dónde fuiste a parar?

Que el alma ya no es la misma de antes;

¿Por qué te dejaste lastimar?

que el ego, el soborno en ti es constante.

Dios bendito, por favor, ilumínale

a esta alma, de la impureza sánale;

a todito él, te ruego, guíale

al bien, en buenas manos, bendícele.

 

Que sepas que, ante cualquier aberración,

ante cualquier cambio o transformación,

ante cualquier pecado o error

que te lleve a cualquier transición,

siempre te querré, como madre e hijo,

siempre te respetaré, siempre lo mereces;

te bendeciré como un buen amigo,

en mí siempre te mantendrás presente.