Ahora que he firmado la paz con mi conciencia
ya no me quedan rescoldos de lo mal vivido
ya no me tiemblan los parpados ni las pestañas
por el abandono de tus besos.
Una mariposa negra enredado entre sus alas
me trae… el polen que robó de tus adentros
y brotó una azucena en el hueco de mis manos.
Una honda sonrisa arrulla los albores de mi ocaso
fluctuando por la comisura de mi boca.
Y un pincel entre mis dedos le da luz al azul de la mañana
pintando de arcoíris el moreno de tu piel.