Muchas veces he intentado describir el mar
Pero me resultó mucho más fácil
que lo haga un personaje al que debí inventar
lo doté libre de mis errores e ineptitudes
no le puse nombre para no condenarlo
lo hice navegante y lo lancé a la mar
y lo describía con su sutil presencia, casi embriagadora
sabía contemplar todos sus atributos y soñaba con él
de vez en cuando me lo contaba
entonces tomaba un lápiz y escribía su sueño
sublime, de una belleza inmortal
luego lo imaginé en el paraíso
y lo puse allí
brotaban caudales de colores
sensaciones y fulgores
estaba en el paraíso pero
solía pensar en lo bello de navegar
luego e inesperadamente se desmayó de mí
y golpeó mi puerta
me dio gracias y me entrego una carta
que decía mas o menos así:
“En los colores de tus tintas
donde se recargan como un colibrí
en la terxtura de una magnolia
y en la estela de su aroma
luego van y se posan en su blanco destino
de finales abiertos y para miles de miradas
donde existen a la espera incierta
de que alguien, con letras abiertas
sea capaz de distinguir como suya el alba”
Y se fue, como el viento
Y yo, de vez en cuanto me tiento a llamarlo
Para que con lápiz en mano
Me cuente algún que otro sueño.