¿Cuál es tu mayor miedo?
Morir en vida, perder la voluntad, temblar hasta convulsionar, un derrame cerebral.
Aún siendo alguien inocente, viví toda mi vida en una distopia mental, dónde mis pensamientos dominaban, y por fuera no era más que solo una criatura del desdén, quién al mundo ignoró por sentirse jamás pertenecer.
Una hermana, una voz, quién sobre suicidio me habló, sobre eutanasia también, sobre bullying y rencor, sobre un mundo un cruel.
Es una pena que jamás me sucedió, una realidad alterna viví, dónde la indiferencia y desdén eran lo que abundaba a por mayor, dónde todos me temian por ser el fantasma de sus días, dónde todos me envidiaban por ser la calma antes de la tormenta.
¿Cuál es tu mayor miedo?
Morir antes de tiempo, o peor, ser prisionero de un bucle eterno, dónde ni vida ni muerte hay, en su lugar, miseria, miseria mental.
¿Por qué tanto miedo?
No es miedo, es la angustia que siento, es la angustia de vivir como un cadáver en un desierto, como los restos congelados quebrados en un infierno helado, como un ser patético que vive en desconcierto, como quién es jamás validado y mucho menos valorado.
Reír y llorar, a veces no hay diferencia, a veces es mejor llorar de felicidad y reir en dolor, pues mejor una sonrisa, una mirada de locura que alcanzó su propio mundo de maravillas, en lugar de una mirada sombría llena de angustia y asfixia.
Perdido en un laberinto dónde los muros están malditos, dónde el suelo palpita, dónde eres una astilla y los pasillos son las memorias que se desmoronan y amontonan, que se desvanecen y conmocionan.
Viví en un abismo hermoso, dónde mis pensamientos dominaban, dónde antes de delirios la fantasía alcanzaba, dónde cada historia creaba, todavía lo hago, la ficción es realidad que se disfruta crear, la realidad es la ficción que más duele manipular.
Antes no importaba si moría antes de despertar, pues la vida era efímera y en la mía ni valor veía.
Pero un ser al borde de ese abismo encontré, me encontró a mí, estaba cercana a morir, quizás, muerta estaba ya, y yo solamente la ayudé a revivir, quién también sobre suicidio me habló, sobre fantasía también, sobre un mundo para nosotros dos, una vida juntos antes de siquiera poderme comprender.
De todas maneras todo se desmoronó, pudo acabar bien, pero todo se distorsionó, sus muertes me hicieron crecer, sus regresos dañaron su recuerdo, sus acciones y palabras le quitaron valor y sentido a todo lo que alguna vez amé.
Todo cambió, todo se restauró, todo se remplazó, todo se reinició, toda realidad se subvertió, la consciencia regresó, el infinito interior, ¿Cuál es tu mayor miedo?, morir y seguir existiendo en tormentosos recuerdos, morir antes de realizar todo eso aquello que deseo, morir antes de siquiera poder aceptar que nada más queda por hacer, morir cuándo más quiera vivir.
Es solo un miedo, una angustia que conozco desde hace mucho, mucho tiempo, a veces la recuerdo, a veces duele menos, a veces me salva del estancamiento.
Es la angustia que más recuerdo, la nostalgia que me saluda con respeto, la agonía que le da valor a la vida por recordarme que es efímera.