Deje de preguntar y me volví dichosa
Enamorada de la simplicidad y dulzura de una prosa
Aprendí un ramo es bello, pero vale más una rosa
Y me explicó la acepción ventajosa de una vida tan forzosa.
Paré de hacer preguntas y la única noción dolorosa
Fue una jaqueca, por no apreciarla cuando silenciosa
Plantó la respuesta ante mí, sobre llanuras armoniosas
Donde antes sólo veía cobardía montañosa.
Concluí mis dudas del por qué del destino
No estoy destinada saber, pues todos andan distintos caminos
Preguntaba por qué toca divino a mi enemigo
Nunca pregunté qué vive ahora, de hombre, que no pudo vivir de niño?.
Ya no pierdo el tiempo preguntando qué hice, qué necesita mejora?
Por lo que hice ya llegó lo suyo, lo que no seguro es sólo demora
El madrugador corrobora y suda por sus joyas
Mas, al que llaman perezoso, también llora y ora.
Para hacerme demandas, se lo dejo al tiempo
Que no va para ningún lado, sin llevarse consigo mi cuerpo
Pues lo que le respira vida es mi agotado aliento
Por tal no protesta contra el abandono de mi agotamiento.
Dejé de preguntar y ahora vivo felizmente
Enfocada en vivir, sin temor al descanso en mi mente
Estrecho el ardor de mi Sol y mi etapa de Luna creciente
Dedicada en mí permanentemente, vaya, que rico se siente.