Cada noche, en el umbral del alba,
nos encontramos en un rincón secreto,
donde las aves entonan su serenata
y el mundo se desvanece en un suspiro.
Vistes un vestido blanco, etéreo,
como un ángel de la aurora,
y yo, un viajero errante en busca de ti,
cruzo fronteras de sueños y realidades.
Pero al despertar, la cruda verdad emerge,
como un espejismo que se desvanece al alba.
No somos más que sombras en la penumbra,
dos almas que nunca se tocaran en este mundo.
En el templo de mis visiones, te observo,
entregándote a otro amor, ajena a me presencia.
¿Acaso soy un vidente o un iluso?
Quizás ambos, atrapado en este sueño efímero.
Así, persisto en mi búsqueda nocturna,
aferrándome a la esperanza de un encuentro,
aunque sé que siempre será un anhelo.
un susurro en el viento que nunca se cumplirá.