Mientras caminaba y al tiempo concurrente pensaba; ahora, recordaba el que se adentraba en mi cabeza durante esos breves instantes, en los cuales, a la par que recorría este sendero me daba cuenta lo lento que se admiraba mi extraño palpitar, lento como las olas en una mañana poco agitada, disfrutando un cafecito mientras se aprecia la emergente espuma del mar frío, precisamente estaba deleitándome conforme seguía ese camino y ahora me percato el que no hay porque ir ni muy lento o si quiera muy rápido, simplemente tratar de apreciar cada detalle al máximo.