Marcelo López

Palma

Tu dulce mirada

se cruza con la mía

para en un instante tomar

un trozo de mi vida.

 

Y con amplios brazos

menuda cadera sostuve

para así, acercarme

a tu hermosa figura.

 

Ya en tus cálidas manos

el cuerpo dejé caer

para disfrutar

ese beso al atarceder.

 

Tal vez fue un ciento

posiblemente una cifra más

pero no dejo de pensar

en esa noche de mar.

 

La luna fue testigo

del poder de la mirada

con una palma dura

y arena blanda.