Sombras, acaso un descuido por mi parte
no os sirve como escusa para excusarme
y no sentiros tan dentro de mí, anhelante
certeza de viscosa materia siempre en desarme
con la parca ruibarba que ansía besarme
tras un día repetido de otro agobiante
en la oscura sinagoga de un rencor cobarde
por no cambiar estandarte en tiempos de alarde.
Siento como si un ardor me invadiera,
cuando la verdad es que necesito frescor
en mi vida para dejar calor embustera
clavada en el piso de mis huellas.
Sabes lo que necesito, no he de decirlo,
ni clamarlo; mi embrujado delito hizo mella
tan solo en el corazón más débil, Huelga clavarlo
más veces con el puñal insensato. Sea tu cautela.
A veces incluso el respirar me cuesta
más allá de lo sensato, puede ser razón
de un herido corazón que no sufrague hasta
los pulmones un aliento que sea condición
principal llenarme de aire. Dicen que al solitario,
débil, sedentario y obeso poseedor de esas dotes
le es más efímera la vida y más cercana la muerte.
Supongo valorar esto más que un lamento una suerte.
Pues la vida no ha sido del agrado
de este barbudo, pero he de matizar con sabiduría
que todo el mal lo he recibido de buen grado
y, mirándolo bien, la culpa ha sido mía
ya que nadie me empujó a iniciar una serie
de estupideces que derivaron al fracaso más sonado;
no se afrontar la realidad sin medicación que lie
mi cerebro atormentado por decisiones que he tomado.
Pueden pasar los días que no veo más cambio
que el pasar las hojas del calendario.
Si toda esta pena puede servir para ser
futuro escritor, con lectores a los que sirvan
mis pasados lutos de congoja existencial,
no serán desaprovechados unos versos que a veces riman.
Polonius