Qué pesares perturban mi existencia,
que, sopesar los nombres de un otrora,
sería algo traumático que mora
en esta tez ausente y sin calor.
Decir te extraño vida mía.., solo,
aumentaría el mal de este tormento.
Solo me queda aquí, decir: lo siento.
Hoy es inmensurable mi temor.
Tú, que eres como el sol que aboga al manto
oscuro de mi pena… ¿Dónde vaga
ahora fiel tu paso, ¿a dónde voy?
Si ya no me acompaño con tu encanto,
¡Multiplico mis dudas y mi llaga!
Y, entonces le pregunto a Dios: ¿qué soy?