Una orquídea blanca, frágil y erguida
Con sus pistilos dorados, con su hermosa sutileza
Eso no soy
La majestuosa mariposa de zafiro
Que desprende fulgor en su sublime vuelo
Eso no soy yo
El colibrí iridiscente a la luz de la mañana
Aleteando incesante sobre flores purpurinas
Eso, tampoco soy yo.
Yo soy la roca de río
fría por fuera, inerte por dentro
Soy un musgo pardo a la orilla del camino
Una tierra árida en donde ya nada germina
Un ruido tosco y seco en la mitad de la noche
Soy la brisa imperceptible que hace caer las hojas
El crujido de una rama justo antes de irse al suelo
Una palabra extraña de la que no se ha oído
El eco de un grito que nadie nunca escuchó
Soy una habitación a oscuras y vacía
Un nudo en la madeja que jamás pudo tejerse
La grieta en la pared por donde no pasa el aire
El sueño que no puedes recordar
El sol de una primavera que no existe
La luna menguante que se está tornando en nueva.
Eso, que no eres capaz de ver
Aquello que no pudiste entender.
Después de todo este tiempo
Perdido y sin sentido
De todo lo que a costa de golpes comprendía.
Eso y nada más que eso, soy yo.