Carolina Montero Mendoza

Soy

Una orquídea blanca, frágil y erguida

Con sus pistilos dorados, con su hermosa sutileza

Eso no soy

La majestuosa mariposa de zafiro

Que desprende fulgor en su sublime vuelo

Eso no soy yo

El colibrí iridiscente a la luz de la mañana

Aleteando incesante sobre flores purpurinas

Eso, tampoco soy yo.

 

Yo soy la roca de río

fría por fuera, inerte por dentro

Soy un musgo pardo a la orilla del camino

Una tierra árida en donde ya nada germina

Un ruido tosco y seco en la mitad de la noche

Soy la brisa imperceptible que hace caer las hojas

El crujido de una rama justo antes de irse al suelo

Una palabra extraña de la que no se ha oído

El eco de un grito que nadie nunca escuchó

Soy una habitación a oscuras y vacía

Un nudo en la madeja que jamás pudo tejerse

La grieta en la pared por donde no pasa el aire

El sueño que no puedes recordar

El sol de una primavera que no existe

La luna menguante que se está tornando en nueva.

Eso, que no eres capaz de ver

Aquello que no pudiste entender.

Después de todo este tiempo

Perdido y sin sentido

De todo lo que a costa de golpes comprendía.

Eso y nada más que eso, soy yo.