Después de trueno
y rayos,
después de hacer temblar
la tierra,
llovió.
Mojó todo el suelo,
empapó los techos,
llovió...
y no dejó rastro de sequía,
sino inundaciones
llenas de voces,
con más rayos enfurecidos
y truenos de lamento,
llovió fuerte de madrugada
y no queda más nada
que el alma vacía.
¡Oh!, recipiente aguado
que yace dentro de mi
hoy llueven tus nubes,
hoy llueven tus gotas...
y traen garantía
de que esta vez,
después de la tormenta,
sí se hará
de día.