Paco Pena

El humano que quiso ser Dios.

El humano que quiso ser Dios,
en su extravagante desvario,
acabo entregando su alma a las maquinas
y cuando expropiado de su Espíritu
sólo fue una vida desnuda,
una sofisticada entidad biológica,
acabo aceptando que lo dirigieran y administraran con los mismos criterios y derechos
que a los animales, a las plantas y a las cosas.
Aquel homínido que se humanizó pensando, ficcionando y creando
que universalizo en su defensa y provecho:
Libertades, Derechos, Honores y Rangos,
ahora erraba sin alma,
convertido en un número sin rostro,
sometido a los designios de una Inteligencia Artificial
que había parasitado sus procesos cognitivos,
arrogándose su erudición e inteligencia.
Ahora, aquel orgulloso humano que quiso ser Dios,
cosificado, como la mujer de Lot, en estatua de sal,
transformado en un ente sin privilegios ni historia,
no tenía más expectativas que obedecer a la omnisciente y desalmada Técnica.