Mercedes Bou Ibáñez

El mar y tú

.
El mar y tú
.
Coplas
.
Si no es el mar, es tu cara,
envuelta en lúcido velo
que aparece entre los vuelos
amarillos de mi almohada.
.
De dos amores ninguno
aliviará mi vejez
el mar por su lejanía,
el tuyo por dejadez.
.
Si no es el mar es tu voz
en el susurrar del viento,
si no es tu voz es tu nombre
quien suena en mi pensamiento.
.
Si no es tu nombre es tu boca,
cabalgando entre mis labios,
arrullada por las olas
de sueños que ya pasaron.
.
Si no es el mar son tus pechos
quienes manejan la barca,
que en mis ya vencidos remos
no hay fuerzas para alcanzarla.
.
Si no es el mar es la sal
de las lágrimas que trenzan
sobre las velas un nudo
que me impide navegar.
.
La sal que dejan los sueños
cuando se derrumba el día,
al recordar las caricias
ajadas ya por el tiempo.
.
Si no es el mar es la sal
y yo ahogándome en ella,
por permitir escapar
de mis noches una estrella.
.
Con cada estrofa de las coplas,
he hecho una de prosa poética. 
En color las estrofas de las coplas.
.
Ecos del pasado fluyen en mí como fluyen las olas en el mar, me encuentro atrapada entre dos amores. Mi mente vaga entre recuerdos difusos, y en su lecho de soledad, se enfrenta a sus anhelos. Si no es el mar, es tu cara, envuelta en lúcido velo, que aparece entre los vuelos amarillos de mi almohada. Tengo visible en mis sueños, los rasgos de la persona que amo, que brillan como destellos de luz en la penumbra de la habitación.
.
El tiempo no ha sido amable conmigo. De dos amores ninguno aliviará mi vejez: el mar por su lejanía, el tuyo por dejadez. Siento la distancia abrumadora que me separa de lo que solía ser un remanso de paz y amor, mientras la nostalgia se convierte en mi compañera, martirizándome con un recordatorio de lo que podría haber sido.
.
Si no es el mar, es tu voz en el susurrar del viento. Los susurros traen consigo melodías del pasado, canciones que solo yo puede escuchar. Si no es tu voz, es tu nombre quien suena en mi pensamiento, me repito como un mantra que me ata a un amor ya  perdido.
.
Doy vueltas en la cama y creo sentir tu aliento entrecortado, y la imagen se transforma. Si no es tu nombre, es tu boca, cabalgando entre mis labios, arrullada por las olas de sueños que ya pasaron. Me pregunto si, en algún rincón oculto de tu ser, aún hay un eco del amor que una vez compartimos.
.
Las memorias siguen fluyendo, y si no es el mar, son tus pechos quienes manejan la barca, que en mis ya vencidos remos no hay fuerzas para alcanzarla. Un mar de emociones me ahoga, y sé que cada intento de avanzar es un golpe de mar que me arrastra más hacia la profundidad de un anhelo no correspondido.
.
La sal de las lágrimas cae como lluvia sobre mi alma. Si no es el mar, es la sal de las lágrimas que trenzan sobre las velas un nudo que me impide navegar. La tristeza  pesa, y el mar se convierte en un símbolo de lo irremediable, de los sueños que se disipan al amanecer.
.
La sal que dejan los sueños, cuando se derrumba el día, es el recuerdo de las caricias ajadas ya por el tiempo. Y me sumerjo en la melancolía de estos instantes, preguntándome si aún hay una chispa de esperanza en la vasta inmensidad de lo que fue.
.
Me encuentra en un océano de sentimientos. Si no es el mar, es la sal, y yo ahogándome en ella, por permitir escapar de mis noches una estrella. En mi lucha constante por recordar, me doy cuenta de que, en este vasto paisaje emocional, la verdadera batalla es entre el amor que nunca se fue y el tiempo que, implacable, sigue adelante.
.
Mercedes Bou Ibáñez