De vez en cuando me gusta
Suicidarme sin coartada: el
Hermitaño no tiene fin
En su empeño ante la ceguera
De aquel que no posee sus ojos.
Voy por ahí como pisan los caballos
Cuando sus cascos
No encuentran polvorienta tierra.
No sé si nómada es palabra ofendida
Por mi atrevimiento de avistar aves
Cuando cabrea el aire.
Pero nada pertenece ni queda
Si se llama un siempre excepto
En esa porción que llamamos instante;
Por eso me gusta suicidarme
Y que el mármol no guarde epitafio
Zafio porque siempre miente, siempre y,
Yo no miento, para eso plasmo
Mi sumisión a no tener coartada.
No quiero presumir de peces
Pero me gusta el salitre
De mi almohada, da ventaja
Para saber que siempre hay
Una lumbre en mis sandalias
Y que parezcan el algodón de Platero.
Al nómada le importa unas fraguas
La coartada, eso solo le sirve
A quien posee la facilidad
De un pelícano: triste sementera
Aquella que solo de la monotonía
Engorda su razón.
De vez en cuando me gusta
Suicidarme sin coartada
Y que ni el viento sepa
Escribir mi nombre
Como olvidada cuneta.