Yo no conozco el otoño pero si la melancolía y también han caído en mi alma todas las hojas amarillas.
No he caminado enamorada esos senderos naranja, más bien he llorado en la tarde a la orilla de la playa… cuando el sol tiene el mismo tono de esas hojas desmayadas.
Pienso en el otoño como la tibia ausencia del que se marcha… cuando el dolor aún no es tristeza sino la melancolía de la distancia.
Yo no conozco el otoño pero si las llamas y también se ha incendiando mi cuerpo en aquellas noches largas.
No he recogido ninguna mies en la Luna de la cosecha, pero he probado los frutos de tu propia luminiscencia, cuanto ha nutrido mi casa el brillo de tu presencia.
No señores. Yo no conozco el otoño, aunque aveces sienta la vida como una hojarasca que se levanta.