Dame el beso
que escondiste esa noche
de palmeras agua y arena.
Dime la palabra secreta
que callaste aquella noche
de pasión encendida
que el viento arrastró,
y el mar ahogó en su vaivén.
Dame el suspiro
que quedó atrapado
en el silencio que tembló
en tus labios.
Dame la sombra
que quedó sin dueño,
la caricia que nunca
llegó a rozar la piel,
el eco de ese adiós
que nunca se dijo.
Dime que mi nombre
lo ocultaste en tu pecho,
en la lágrima que no cayó,
y el abrazo que se quedó
en la frontera del miedo.
Dime,
si en algún rincón
de tus noches vacías,
todavía guardas
aquella chispa,
esa luz que alguna vez
llamamos amor.