Si mientes estas mal,
Si me hablas de esa manera.
No finjas por favor,
No conmigo tu ojeada antinatural.
No mimes la sonrisa torcida
De tus predecesores.
¿A dónde quieres llegar?
¿Qué pretendes lograr?
Ay por favor, para.
Me da risa que trates de llorar.
Que digas que “sí”
Cuando no es así.
Me da risa, pues quien,
Si hablas solo para caer bien.
Y con ello, por tu descabello
No sabes opinar,
Y no puedo, discúlpame,
Parar de mi sonrisa bregar.
¡Ya! Grítame pues, anzuelo del domador.
Ama del siervo ruin del peregrino ruiseñor.
¡Grítame tus osadías! Grítame anda.
Que tu grito marca la carta que dice:
“Salud al talud de conversar.”
Ay caray, ama sorda, que escucha
Solo lo que quiere escuchar.
Entonces me queda invitar
Que opines a conciencia
Con la ciencia e inteligencia
Y a sangre de verdad.
Al menos, trata de mejorar.