Carolina Montero Mendoza

El desierto

 

Habitar el desierto sintiendo apenas 
un frío indescriptible 
Es un trasegar por la verdad de una oscuridad absurda
en la que nada pareciese darle sentido a lo que había 
En este inmenso espacio donde los miedos se dispersan 
Entre simples sonidos de mezquino olvido. 

Habitar, otra vez el desierto 
Donde no llega el sol y no calienta 
las dunas de una arena que se asemeja a los días 
con la certeza de lo que parecía inamovible. 
Y el cielo estático y vacío, como todo lo demás 
Sobre esta sensación de pérdida de lo que en realidad no ha sido. 

Habito en la soledad de este desierto gélido 
Donde siempre me he encontrado y sin 
esperanza de exilio. 
Una tierra árida y estéril en cuyo suelo nada crece 
Un espacio inocuo y sin destellos de una luz inexistente 
Un lugar que por derecho solo a mí me pertenece.

Habitar el desierto 
Otra vez, como antes era

Como ha de ser, hasta un final que aún no espero
Hasta el cenit de la ilusión marchita.