Habitar el desierto sintiendo apenas
un frío indescriptible
Es un trasegar por la verdad de una oscuridad absurda
en la que nada pareciese darle sentido a lo que había
En este inmenso espacio donde los miedos se dispersan
Entre simples sonidos de mezquino olvido.
Habitar, otra vez el desierto
Donde no llega el sol y no calienta
las dunas de una arena que se asemeja a los días
con la certeza de lo que parecía inamovible.
Y el cielo estático y vacío, como todo lo demás
Sobre esta sensación de pérdida de lo que en realidad no ha sido.
Habito en la soledad de este desierto gélido
Donde siempre me he encontrado y sin
esperanza de exilio.
Una tierra árida y estéril en cuyo suelo nada crece
Un espacio inocuo y sin destellos de una luz inexistente
Un lugar que por derecho solo a mí me pertenece.
Habitar el desierto
Otra vez, como antes era
Como ha de ser, hasta un final que aún no espero
Hasta el cenit de la ilusión marchita.