La soledad de la muchedumbre
correteaba entre las altas efigies,
entre la polución del tránsito,
entre la expansión del astro sol
Sabores de piel bronceada
recorrían las calles, las terrazas,
los parques, los idearios de las
mentes esclavizadas al peculio
Caras alegres, ya sin fuerza,
ya sin recursos, requerían rebajas,
olvidaban recuerdos, presagiaban
los quehaceres de la rutina
La añoranza de la desgana,
de la libre y holgazana sedentaria,
de la desenfrenada partusa,
en un ardiente roce carnal
La realidad es otra, y cuesta
creer que la vuelta existe;
las neuronas se desmadran
al ritmo de la contundente melodía
La gran urbe envuelve en su reflujo,
esa memoria de la letanía laboral,
decolora el aburrido y odiado dial,
intimida de nuevo a sintonizar
La excepción confirma la regla.
El cuerpo se desploma y regenera,
en cuatro días el recuerdo perdido
impone amenazante, el replanteo
Y las temidas sombras, se apoderan
de las flácidas mentes extraviadas,
la realidad se confunde con delirio;
se miran las fotos de añoranza
¡El ciclo, la rutina, el morbo… promocionan la repetición de la farsa!