Cuando la voluntad no era un pretexto
Solíamos abrir lo mejor de nosotros mismos
Sin otra prerrogativa que un silencio
Forjado al calor de miradas y lenguas furtivas
Pero si no consigues comprender este silencio
¿Cómo comprenderás las palabras
que se marchitan al ser escuchadas?
La perseverancia de lo efímero
Tan intenso como para obviar el adiós
Entre tactos que empapan la nostalgia
De un querer incógnito pero líquido.
Querrás saber y morder
El máximo fruto de mi paladar y excitación
Ahora que una zona baldía se tiende
Entre tus sueños y mi insomnio.
No puedo siquiera concebir la idea
de cierta electricidad que me arroja despierto
a plasmar las imágenes que nerviosa proyectas en mi palidez
como si fuese tu perverso espejo privado
como en una orgía de narciso
o mejor, como una vil mascota, un adorable caos
sometido como otras tantas veces y sitios
a la volatilidad del ánima femenino,
mordiendo solo la cáscara
de las ofertas que resecas al hablarme
se trata de tirar de las cuerdas sin romperlas
usando la voluntad como ruin prestidigitación de las emociones
un carrusel donde solo mi cabeza olvida órbita
y el lenguaje, ese que me reprochas
como si la memoria y los secretos en vela
no fuesen garantía suficiente.
Nuevamente volvemos al juego maquiavélico
Que involuntariamente consentimos
dada nuestras omisiones y desenfados
sin otro nombre que aquel forjado entre sábanas e imprecaciones al alba
No podemos sino acatar la ebullición de los impulsos aquí pactados
El uso y abuso de la razón
Merced a manos siniestras que escriben cada uno de nuestros sabores y amarguras
En nombre de abstracciones que tranzamos solo por servir a nuestra propia justicia
Supongo no creerás en semejantes mitos
Propongo botar los velos y destruir los clichés
No hablemos ya de equilibrios ni de comunicación
Qué cambiaría con la ambigüedad del logos
Si no fuese sino un desatino perpetuo de nuestras expectativas respecto al mundo
Un simulacro tras el telón de realidades inconexas
Que en algún momento de entropía suprema
se unieron y desligaron casi al unísono
a la manera de la milagrosa sinapsis que permite el discurrir de esta confesión.
Evidentemente nos encanta actuar a modo de electrones
que solo tienen como fin el choque y autodestrucción mutua
Casi como si tu sentido del apego estuviese acorde
con el vértigo de semánticas y de químicas viscerales,
frívolas, caducas como los últimos pólenes de primavera
Todos síntomas de mi alergia metafísica a las relaciones
Tirar de las cuerdas hasta el punto de romperlas
Intentas jalar las mías hasta el paroxismo de mi apertura.
Demuestras excavar en mi interior
Para imprimir el espejo enterrado de ciertas vanidades
no sé si cultivadas desde las faldas de tu madre
o desde una suerte de arquetipo femenino,
alguna clase de símbolo que explique semejante histeria épica
entonces cada vez que veo a tus ojos y escucho esos labios
me vuelvo una caverna cada vez más negra y más honda para tu persona
para el recreo de una voluntad tierna en su violencia, violenta en su ternura.
Y así procuro envolverte aunque aparezcas ligera
más allá del tubo de escape de nuestras furias y determinaciones.
Cuando cada cual juega a ser las máscaras del otro, y juzga si es el rostro legítimo
Sin ánimo de panaceas ni revelaciones
Cada cual lavas las manos que esculpen sus fetiches personales y recíprocos
Y las muerde hasta el punto de amarlas y usarlas
Todavía no conscientes del riesgo de diluirnos
Y confundir las faces que calzan con nuestros miedos y ocasos
Aunque así tu alada felicidad me sepa a tragedia
Y mi mundo interior te resulte cómico
Por inverosímil pero cándido, falsamente vital,
Al uso y abuso de una razón de niña
Sin embargo ético hasta el punto del abismo.
Para ti o para mí:
Nada más que una combustión interna
Entre la insolencia de tu alegría y mi gravedad.