FLOR ABANDONADA
Entre los caminos secos de la vida,
donde el viento lleva historias de pesar,
una madre soltera lucha en su herida,
cargando el peso de un mundo sin par.
En sus brazos, un niño duerme en calma,
pequeña llama en la noche de dolor,
su mirada es un faro que desarma
la frialdad de un amor que ya no es amor.
A la sombra de un árbol, bajo el sol ardiente,
la flor marchita se inclina hacia el suelo,
como ella, desolada, herida y valiente,
sufriendo el abandono, pero sin duelo.
Con cada paso, el eco de su pena,
lleva consigo el sueño de sanar,
mientras el niño en su pecho se enajena,
y la esperanza en sus ojos vuelve a brillar.
En su andar solitario, hay un reflejo,
de una lucha constante, noble y callada,
la flor que aún se aferra, aunque ya no es rojo,
es el símbolo de una vida entregada.
Ojalá pudiera, con un gesto leve,
devolverle al menos un rayo de paz,
y en un abrazo, calmar la tormenta breve,
que en su alma solitaria deja su faz.
Si el tiempo pudiese unirse a mi deseo,
brindaría consuelo a su corazón,
y en la tristeza hallaría un rayo de cielo,
donde floreciera nuevamente su canción.
Autor: LUÍS APAZA H. Alías: Corazón Bardo
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