Hay un mundo que danza
en silencio,
en el susurro de las hojas,
en el eco lejano del viento,
y en cada rayo de sol que se posa.
Más allá de mis ojos,
habita la calma de lo sencillo,
el canto suave del agua en su curso,
y la quietud del día al extinguirse.
En cada árbol, una historia,
en cada flor, un suspiro,
el latir de la tierra bajo mis pies,
recordándome que soy parte de ella.
La vida no se mide en grandes gestos,
sino en los instantes que capto,
en el abrazo cálido del cielo,
y en la melodía de un atardecer.
Más allá de mis ojos,
reside la verdad del alma,
esa que encuentra belleza,
en lo pequeño,
en lo eterno.