Oh viejo roble, guardián de los años,
con tus fuertes ramas, el cielo abrazas,
de tus raíces crecen duros leños;
bajo tu sombra, sueños de alabanzas.
Testigo de llantos, risas y amores;
en tu corteza grabé mis anhelos,
reflejo de un amor en mil colores,
antaño suspiros de mis desvelos.
Faro en la tormenta, refugio en calma,
con tu sabiduría, al mundo enseñas,
cada anillo en tu tronco, un verso al alma,
un canto a la vida, que eterno adueñas.
Que nunca apagues tu luz en la bruma,
oh viejo roble, musa de mi pluma.