ENTRE DUNAS DE TERCIOPELO, NI
ayuna ni aúlla la oquedad; se
reblandece, más vacua, y glacial, y
paranoide, como dispuesta a
ensortijarse en la
abiótica desesperación de
otra semana portátil que no
la ha sabido, tampoco, colmar, e
intenta, febrilmente, calmar sus
glotonas fobias, sus
vacías ganas, o con prisas, o
con dietas de apatía y sofá. Aun
cuando una ilusión barrenase lo
mucho que la ahueca, la oquedad, tan
inconclusa que han
de hendirla las noches, no escampa. Ni un
grumo de diáfana nada da por
perdido en tanto yo me abulie, me
fosforezca. Así que
yo, precozmente ajeno, extiendo, si
acaso un poco, el
señuelo de la importancia y, muy
seriamente, me detengo a esperar.
La otra luna de la cara (2024)