Ciervo de porte elegante,
rey de la verde espesura,
tu andar es gracia danzante
en la mañana más pura.
Astas cual ramas al viento,
corona de la floresta,
tu silueta es un cuento
que el bosque siempre fiesta.
Ojos de dulce mirada,
reflejos del manantial,
tu alma queda retratada
en ese espejo forestal.
Pelaje de oro bruñido,
bajo el sol del mediodía,
tu presencia es un latido
que da al bosque su alegría.
Patas ágiles, veloces,
saltando entre los helechos,
tus pasos son suaves voces
que cuentan secretos hechos.
Nobleza en cada movimiento,
belleza en cada respiro,
eres del bosque el aliento,
y de la vida, un suspiro.
Este poema intenta capturar la majestuosidad y la belleza del ciervo en su hábitat natural y aunque no pudimos verlo durante una caminata por lugares donde ellos viven, debido a la mucha gente que invadimos su zona, los he observado de cerca cuando iban desde mi patio trasero de una casa donde habitaba cerca del canon de Payson AR y que daba a una zona de bosque.