En este valle distante, donde la naturaleza
aún canta su antigua melodía, te veo.
Rodeada de animales, eres parte de su mundo,
un reflejo en el río que guarda secretos ancestrales.
El canto hipnótico te guía, y tus pasos,
como hojas al viento, te llevan hacia un encuentro inevitable.
Los animales, sabios guardianes, perciben mi presencia,
pero tú no giras. Sigues acariciando al felino, tu fiel protector,
como si fueras una diosa de la selva.
Y yo, un espectador mudo, admiro tu presencia,
preguntándome si alguna vez cruzaremos ese umbral invisible.
Pero entonces, un susurro en el viento, mi nombre.
Me llama desde un tiempo olvidado,
desde un mundo donde los dueños eran los animales
y la naturaleza reinaba sin restricciones.
¿Acaso soy un viajero en el tiempo,
o simplemente un soñador atrapado en esta realidad
despojada de su ausencia?