De las urgencias
al filo del frío en los matorrales,
entre cantos de gallos y luciérnagas
desorientadas; nace la prisa por llegar
al último botón de tu blusa blanca.
El corazón se desliza como una teja
y la pasión escurre entre los dedos
como chocolate. Tu pecho y mi pecho
arden y el temor nos mira
desde los ventanales...
De las urgencias
junto a los eucaliptos
y bajo la luna inmensa y olvidada,
nace la prisa por zafar tu falda
en jirones desde tu cuerpo
hasta colgarla desde unas ramas.
Milimétrica y ya vencida me miras,
te encanta y me entregas al fragor
tu mermelada...
De las urgencias
de los labios y las manos desesperadas,
nace la prisa por las caricias más largas,
más blandas, tibias, jugosas y fracturadas
y revientas la madrugada en carcajadas
y gritas y corres hasta tu casa
con el olor ya despierto de las guayabas...