Pensabas que porque andabas en auto
de lujo y traje elegante, hasta tu
amante se creía la buena pomada,
y toda la vida iba a presumir de riqueza.
Yo sencillo desde lejos miraba tu
presumir.
Cómo es la vida, que torres
más alta se saben caer mientras,
yo seguía mi camino construyendo
mi humildad.
No sé que pasó con
tu diario vivir, que no presumes tu
elegancia; hasta tu noviesito lo veo
caminar en la misma avenida que lo
hago yo. Pero siempre le ruego a mi
Dios, que nunca me abandone que
siempre me mantenga en mi forma
de ser y, felíz, tener paz en mi corazón.