Cómo llegaba la nostalgia a mi
ventana, con tanto enojo la cerré.
Me tomé un descanso;
que bueno fue el Señor porque llegó
la aurora, me desperté alegre, un
buen bocado me desayuné.
Salía a mi trabajo y, una visita inesperada
llegó a mi casita.
Una hermosa dama me comentó que si iba
rumbo a la playa, le sonreí claro
que sí, ella quería caminar porque
quería ver salir el sol.
Que bonito fue y, es porque hasta
en el ocaso lo ve partir, hasta mi
tristeza desapareció; creo que ella
fue la causante de lo felíz que soy.
Porque de vez en cuando nos damos
amor sin entrar enojo los dos.