Como burbuja de efervescencia
la soberbia del poeta escala hasta las cumbres,
intrépido éste en las gestas
y temeraria aquella con él.
Resbala, como sudor por los pechos de una mujer,
la incertidumbre de las letras que te escribo,
mientras tanto y de paso, te quiero
aunque a expensas de la quietud que anhelo.
¡No interpongo condición, no!
Más bien recorro el laberinto que fabrica
la restricción de no besarte al acostarme...
Es esta, mi cárcel al aire libre,
el lecho donde yazgo como pieza de museo
en jornada de puertas abiertas.
De mi insensatez a mi corrección
trazo líneas divisorias
entre tu cuerpo y el mío...
... que se rozan esta noche.
RBP (26/8/24 - 20:58)