El Chorro de San Ignacio
Un latido que nos unió,
un pacto visado,
un destino marcado.
Hubo anillos y promesas,
mil reflejo en el agua, cristalina.
Un destino,sellado
sin pretextos,
un espacio sin barreras,
ni fronteras.
El tiempo se deslizaba
como el agua entre los dedos.
Las zarzamoras florecía,
a su vera.
Sus flores, como rubíes
entre espinas,
testigos mudos
de un amor eterno,
se entrelazaban.
Un abrazo etéreo,
bajo el manto
del cielo oscuro.
Sin palabras,
sin necesidad alguna.
El alma que se reconocía,
un amor sin impedimento.
Pero el agua,
siempre cambiante,
a veces se torna cruel,
sin piedad.
El silencio que nos unía
se rompió,
un vacío,giro y se elevó.
Sin gritos el dolor que se clavó en el pecho.
El agua sigue fluyendo,
sin cesar,
el amor corre tras ella,
Se estrellan en mil pedazos.
El sueño se muere,
dejado las huellas
en la piedra.
Un recuerdo que no se borra,
Y un amor que se transforma,
un silencio,nos ignora.
Autor: Antonio Pais