Accedo libre al templo corporal
de la fémina que me enajena;
el alma, cuerpo y mente llena
vehemente, intensa y visceral.
Consiente plena su cáliz liberal
a los estambres del polen fino;
en éxtasis del regazo alucino
el invierno se hace primaveral.
Transige su emoción por mi piel,
sube temperatura con encanto
susurra su libido un llanto.
Acepta un desliz puritano,
en blanquisimas sábanas mojadas,
de consorte paso a villano.