Si acaso la muerte mi senda obstruyera
segando mi vida de forma inclemente;
espero que siempre se guarde en tu mente,
de amor las ofrendas, que yo te ofreciera.
Si acaso tus ojos el llanto cubriera
sintiendo mi ausencia, tan cruel tan hiriente;
recuerda que yo era tu amante ferviente
que lleno de ensueños la dicha te diera.
Si escuchas del viento murmullos sutiles
bordados de dulces y tiernos arpegios;
serán de mis letras los versos febriles
que llevan del alma los mil sortilegios;
que aún de ultratumba, con ansias viriles
te ofrecen de amores sus trinos mas regios.
Autor: Aníbal Rodríguez.