No vengas, no quiero verte, las
espinas de tu jardín senzuran
mis versos, es lento el cuerpo,
las espinas de tu jardín desangran
mis manos y con ella se va la
inspiración.
No vengas, quiero salvar este
cuerpo que la vida me dió, buscar
otros horizontes que me sepan
entender; busca en otro jardín
la incomprensión, la sal en los
besos.
No vengas, no quiero verte, deja
mi vida rasa de todo aquello que
nos martilla el corazón, cuándo
el amor necesito tanto dolor; aquí,
en el silencio de la noche hablaré
con la luna y con dios.
Sí, amor de mi vida, no quiero verte,
no vengas por favor, estos ojos son
débiles ante tu flor.
¡Ya basta de lágrimas, este amor se terminó!