Salvador Galindo

Real cólera poética

Cuando todo cae, y lo que denotaba solemnidad se revela cual careta ruidosa, profana en su manierismo

Y los gruñidos de los energúmenos se confunden con las palabras inocuas de los biempensantes

Entonces los sueños y los deseos de trasnoche se vuelven una leyenda infame

Una locura material, negación de la negación, mera idolatría de las heridas y fetiche de la angustia.

Lo negro les arrulla el nervio sensible, se dejan encandilar por el demonio de la consciencia

Que les susurra el rumor de la belleza transmutada y disuelta para alimentar la hybris

De unos cuantos idiotas que abrigan la causa de la disolución y sacralizan el nihilismo del paria.

 

Asaltan las cabezas de las ilustres estatuas para regocijo de su cloaca histórica,

Su pandemonio de rencores, enconos y odiosidades, ante la sombra del teatro del pánico,

Espectáculo esperpéntico, destellante de magia negra, chapoteando en bilis y úlceras

Amor y obra de iluminados, vanguardia travestida, a la usanza del nuevo orden

Espacio indeterminado, abismo sin fondo en el que habitan sin habitar

En el que fluctúan al ritmo de la deconstrucción y de la relatividad del ser

Maniobrada por poderes fácticos y fuerzas convulsas

Ilegibles para su léxico mediocre, en el ocaso de las miradas y las perspectivas.

 

La real cólera los pillará solapados, cual topos sin madriguera, masticando el polvo

La real cólera los asechará, a medio camino entre ameba y humano

Hará que se odien a sí mismos, en la evaporación completa de su máscara

Odiarán el teatro que han montado, y no pararán de odiar hasta que la cólera sea el absoluto

Y el absoluto los engulla en fauces de constelaciones.

Contarán una a una las palabras afiladas en la batalla de los egos

A cambio de voces falsarias, repetidas en el inconsciente, tendidas cual ropa sucia

Babean en el piso mientras la bruma envuelve su agitación, su pequeñez legendaria

La palabra futuro ahora suena a mitología, la inocencia algo que se paga caro, en cuotas poéticas

Y en labios de poeta indignada, revolcándose en la basura de las omisiones y las decepciones

Constantes proyecciones de su propio ser miserable y carente.

 

Tras una historia con dolorosa trama, herida supurante, sin clímax

El amargo desencanto alcanza proporciones bíblicas y parte aguas,

Y parte el ascenso, y parte el descenso, porque ya no resta purgatorio

Y el puerto es todo lo que queda, el puerto herido de muerte, saboteado por un cadáver hediondo

Que sobrevuela sus rincones, esquinas e imaginarios, de manera impune

Que despliega a sus emisarios y procura manchar la tiniebla refinada

De sus adoquines, de sus edificios, de sus aceras

Sobre ellas restan los versos y los cantos extintos

Convertidos en sangre contra el pavimento, a merced del golpe

A merced del golpe furioso de la historia, la histeria vuelta creación activa,

Poiesis fatal, oro negro del odio,

versos perros, elegías y rabias.