Ayer, mientras entablaba un coloquio con una flor,
le pregunté si aún conservabas sentimientos de amor hacia mí.
Con gran pesar, el último pétalo de esa flor me respondió que no.
Aún no conforme, decidí preguntar a otra flor si acaso me extrañabas,
pero la respuesta fue la misma: un rotundo no.
En un momento de intensa ira, arrasé mi jardín, provocando que los pétalos de las flores se dispersaran por toda la casa.
Es difícil de creer que me haya transformado en un pensamiento efímero.
Me he convertido en un secreto compartido entre los dos.
Una historia que vivió en penumbra.
Este corazón obstinado se niega a aceptar esa realidad.
Desea creer que todavía me tienes en tus pensamientos y me echas de menos tanto como yo a ti.
Aunque le diga que la realidad es otra, los días son testigos de tu ausencia.
Debemos aceptar que no hay lugar para mi corazón y yo en tu mundo.
Actualmente, tu vida transcurre en medio de versos y poemas.
En el mundo que construyen mis versos, permaneces a mi lado.
A través de mis versos, nuestro amor habita la eternidad.
En mis versos, tú eres mi Mona Lisa.